Villalonga

Un lugar en el paraíso

viernes, 30 de mayo de 2008

pequeños grandes momentos

Mini pasteles para grandes personitas y
sin duda el mejor cumpleaños feliz que me han cantado nunca.
Una despedida muy particular y una anticipada celebración de mi cumple.
No me veo capaz de describir sus caritas, sus risas, sus nervios, su ilusión... cantándome todas las canciones de cumpleaños que existen, en un corro alrededor de mí.
Por supuesto, al soplar las velas en la tarta de chocolate y lacasitos de plastilina (que yo misma hice para celebrar sus cumpleaños) pedí mi deseo.
Quizá se ha cumplido ya.

Por si fuese poco, además, tengo mi regalo: un cuadernillo en el que cada uno ha dibujado lo que le gustaría regalarme, se han dibujado ellos, ¡y a mí!, han puesto su nombre, el mío...

Todo ello con un esmero y cariño que nunca olvidaré.

Cuando ya creía que todo había pasado, que ya estaba a salvo, que al fin y al cabo la mañana había sido intensa pero que ya se acababa, el timbre sonaría en pocos minutos... entonces, la maestra soltó un "noolvidéisunbesoyunabrazo"!!!!

De repente una avalancha de besos, abrazos, achuchones y mimos varios me hicieron desaparecer bajo una montaña de niños, cazadoras, juguetes y mochilas.

Y me dejé querer y mimar por los esos niños que al principio se limpiaban mis besos con el mandilón, los que me miraban de reojo, los que me cogieron de la mano para jugar, los que me hablaron desde el primer día, los que nunca necesitaban ayuda, los que se acercaban en busca de un achuchón, los que tenían respuesta para todo, los que me decían que guapa estás, a los que no les gustaban mis pendientes, los que ponían los zapatos sobre la mesa, los que se pintaban bigotes con rotulador, los mevuapotabián, los que me invitaron a su boda...

Y me costó, me costó mucho contenerme.

Apreté la boca, me mordí el labio de abajo, pestañeé compulsivamente, respiré hondo, alargué mi sonrisa de oreja a oreja... utilicé todas las armas que conozco para aguantarme y que nunca me funcionan y conseguí no derramar ni una sola lágrima.

No delante de ellos.

Pero de camino a casa, con los ojos de mi hermana clavados en el retrovisor, triste porque ya no estoy en "su colegio", no pude retener más la emoción. Fueron pocas, pero sentidas lágrimas las que sirvieron para desahogar tanta presión.

Y ahora tengo una sonrisa dibujada en la cara, y en el corazón. Ha estado lloviendo, pero después ha salido el sol, para hacerme todavía un poquito más feliz.

1 comentarios:

A las 11 jun 2008, 23:06:00 , Blogger BERTA ha dicho...

Precioso
Creo que eso es lo más grande que podemos conseguir, la mayor satisfacción que sentimos...
Enhorabuena por el fantástico regalo y que recibas uno igual cada año... La mayor alegría para un docente, aprovéchalo
Un beso

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio